30.3.18

La piel astillada que no duele.


Lacónicas evocaciones de nieve.

Una extraña calle en movimiento se tambalea y titubea me tambaleo y titubeo somos dos líneas de velocidad paralelas.
Nube sin fin nube rasa gris.

Me mirará el ángel del espejo con gesto de silencio.
Está todo
desastrado
extraño
urgente.

Sólo 3 ó 4 lágrimas
densas como un vino viejo.
Duermo desvaneciéndome
- agotador huir cada minuto del dolor-.

Transito nuestro nombre desde su ombligo.
Transito mis desiertos con la terquedad con que supiste quererme.
Los esqueletos son de alambre, amor,
por eso nos refugiamos ante el mínimo estallido.

El pianista está silbando mientras toca
-creo que dios se le debería parecer-
"tres puntaditas de un deseo" dice que se llama.

Ah, mi dulce enjambre de ecos...
logro ya escribiros como un baile
un arsenal de rarezas que me construyen
sedienta   voraz   
torpe balada.
Transito la fiesta de los improvisados,
los atravesados noctámbulos,
salvándome
(por los pelos y por el arte).

Arrancadas las arañas de mis secretos.
Confiando en tus manos y en tu verbo.
Tan callado era mi amor
que nunca olvidaré la fuerza con que supiste quererme.





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