30.3.17

An. Sw. (II)

Replegándose las estrellas 
Cantando los hijos de las orquídeas mientras se rompen
Incendios alimentados de culpa
Mar desde los poros de su olvido
No es capaz de sostener unos ojos de despedida
Por las noches caía en su cama como quien se derrumba tras frías guerras
Y era su llanto un silencio a oscuras
El único que se permitía
El ángel velaba sus cruces
Las semillas rodaban eternidades 
Un querer sin arañas
Un querer hecho solo de viento
De persistente valentía
De huidas reclamando siempre una nueva bienvenida
"Me pareció que mi dolor nunca debía tocarte"
Su consuelo de miel y abejas era tan  tentador y nuevo
Que no habría soportado verlo desaparecer
Verlo asustado de sus demonios
mintió con toda la dulzura que pudo
Tejió flores entre sus grietas 
La de ojos opiáceos...
Amaba, amaba mucho más de lo que imaginaba
Se decía que resistía
-sobrevivía-
a la vida
Y la amaba mucho más de lo que imaginaba
Mucho más que ellos,
-sus jueces-
Mucho más que ellos,
-sus testigos de acero-.
Mucho más cada día
Hasta el dolor, 
a veces era feliz hasta el dolor
A veces sólo dolía
A veces sólo se abrazaba las rodillas
A veces sólo la abrazaban y ella se dejaba
La herida es errante como tú
Es el regazo del mundo un manantial de luces plateadas en el que nadas
Sagrado baño y amantes eternos
Brazadas de alegría y llanto 
Sea para todos tu bella vulnerabilidad


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