Bienvenidos
a la noche de los adolescentes naufragados.
Bienvenidos
a la tarde en que cayeron agotadas las flores.
Escuchen
cómo el polen piensa en suicidios.
Vengan,
miren
dentro de esas lágrimas,
háganlas
suyas hasta lograr secarlas.
Y sigan
de pie en el intento.
Ya había
olvidado desde hacía cuánto le dolía aquel secreto.
Su pecho
embestido a desengaños.
Una
mordaza en la mente puede llenar de arañazos los océanos.
Silencio,
las
mareas tienen frío,
se quejan
en nuestras cabezas de su infierno en vaivén
y nos
morimos un poco en su resaca.
No
griten,
pasen por
aquí de puntillas,
como
duendes silenciosos
y
cántenle nanas a las nubes.
Tengo una
camiseta de la suerte,
arropémonos
con ella si el juego no nos está saliendo bien,
hagamos
magia, que para eso está.
No siempre
encuentras en la garganta motivos para vivir
pero
mira, resulta que no los necesitábamos tampoco.
La luna
trae zumitos de plata
y con eso
basta para mantener los ojos bien abiertos.
Sílbate
una canción y danza.
Era así
de fácil,
corramos
juntos a recordarlo.
Bienvenidos
a las mareas de los supervivientes.
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