30.3.15
No me creais cuando os diga que no tuve otra opcion. Claro que la tuve. Pero elegi esta. Aun tengo otras opciones y sigo eligiendo esta. El tranvia siempre esta dispuesto a aparecer cuando cruzas desnuda sus vias. Solo tienes que silbar. Silbar y subirte a el, recorrer en su regazo de metal el mundo. Pero yo decidi quedarme a observar y tomar notas que nunca me traspasaran. Diseccionar con la mirada el mundo para escudriñar con la racionalidad de quien busca el sentimiento entre la ciencia de las neuronas, negando con pragmatismo el romanticismo del alma. Y a la vez, esperar un resquicio en el que todas las pruebas sean inconclusas y siga la magia del misterio dandole calor al espiritu hasta que arda en una carrera de deseos. Ese resquicio que es un umbral empapado de hiedra y los viejos del lugar bien lo llaman poesia.
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