Hay un tenedor retorcido en tu garganta conservando el último
mordisco de su cama.
Desde entonces tienes la voz ronca
y hay quienes piensan que a veces te atragantas.
No hay valor para abandonar ese sabor
y acabas con una vida de piezas de museo
que estimulan los instintos nostálgicos.
Mírate, sonríes en un punto de vacío en medio de la nada
y eres feliz con tu garganta-tenedor.
Aceleras tu piel
orgulloso con la vista de tus retazos
ajironado en pasado
escóndete en el patio.
"¿Hay luciérnagas en tu jardín?"
Tintinea en ellas un tímido suspiro,
tu futuro rogando promesas nuevas
susurros de pájaros libres
puro jazz de luces de cristal
botas rotas de tanto huir y de golpe...
una pluma naranja cambiándote la vida.
Escupe el tenedor chico tembloroso,
la soledad no existe.
Foto de Sara Baquero Leyva
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