Escondamos el abismo
bajo el gran grito eufórico de nuestra naturaleza eléctrica.
Ya vi venir el
camino mucho antes de iniciarlo.
Estaba su olor ya
antes de recorrerlo.
Llevas tanta risa en
el estómago que te evaporas.
Aquí, amigo,
el sabor lo dan las estrellas
la luz: los helados
de fresa.
Eres un sueño
respirando taciturno en el descanso de los dioses.
Llevas ojos de
linterna para ganarle madrigueras a los lobos del bosque.
Un rugido desde el diafragma a cimas de agua.
Un rugido desde el diafragma a cimas de agua.
Bajo la cuesta del
parque en bicicleta
soltando los pedales
perdiendo el control
de su velocidad
soltando el manillar
"¡sin manos, madre, sin manos!"
Así se paran las
guerras,
así las torturas de
un ritmo que no nos pertenece.
Volando praderas
azules.
Bosques naranjas.
Y todo el verde
dentro de mi pupila.
Corre montaña abajo
aullando de roca en roca como si todo el planeta fuera una pelota de pinpon
sobre la mantener un equilibrio esperpéntico.
Date cuenta entonces
que ruedas sobre un
queso gigante agujereado
que se transforma en
una luna llena y, a un guiño de ojo,
se queda en una
costillita de plata flotando en oscuro,
acunándote esta
fiebre.
Desde que la tierra
es redonda no hay un finisterre
y desde que no hay
un finisterre,
podemos irnos a
tropezar postales de otros continentes
girando y girando
como torpes inmortales
y no tendremos un
límite,
hasta donde nos den
los huesos, cariño.
Tengo los pulmones
llenos de incienso y una niebla de nostalgia siempre en el pecho
y al fin, he dejado
de luchar contra ella aceptándola parte inexorable de mi.
Aprendo a convivir
con la manta húmeda que me arropa.
He dejado el
esfuerzo de reconocer las sombras que me trae.
Me he entregado a su
vagabundo eco sin buscarte más sentido.
La evocación de una
esencia vital con sabor a amanecer.
Estoy contigo tras
la montaña de sal.
He trepado desnuda
al dosdemayo junto a una luz brillando en cambré.
Estoy contigo tras
el helio aerostático.
He bailado descalza
en la tarima de este bar con un duende.
He tocado el cielo
desde estas paredes rojo infierno.
¿A dónde te llevas
mi sed?
¿hasta dónde quieres
que entierre las rodillas buscándote?
Una vocal grande y
redonda como un curioso acertijo de ciencia ficción.
Amo a personas
extraordinarias.
Sabes a la humedad
del bosque,
me has conmovido una
vida entera
hasta llorar mi
huracán de espantos
hacer de las
derrotas un terremoto que agite las campanas
furgones de tiempo
detenido con sirenas rojas de canciones incorrectas.
Le pregunto a las
hogueras y claro que no,
que a ninguno os
olvidan.
A los que volvieron:
os esperábamos
con las manos llenas
de besos.
Corramos
despavoridos como hijos verdaderos de la tierra
...de la vida...
Corramos
y que no nos
detengan,
es sino nuestro
incendiar la niebla.
Cabalgad a una
fiesta sin respuesta
... sin manos,
madre, sin manos...
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