Estamos luchando contra un error constante y parece que
fuera imposible evitar que las palabras se marcharan y nos dejaran desnudos
entre silbidos de vergüenza. Una y otra vez nos lanzamos al amor, esperando
flores, campos enteros de flores. Y cuando nos quedamos fríos, reavivamos las
llamas del pasado rogándole consuelo a los recuerdos. Y nos preguntamos si algún día lograremos
brillar. Estuvieron, existieron, esas personas que nos cosieron las heridas,
nos sostuvieron en la catástrofe y dejamos que todo el peso de nuestro dolor se
sujetara en su red. Hoy hablo de vosotras tras años de ausencia, desconociendo
qué clase de abandono siento que fue el mío, dónde estáis y ese hecho
persistente de que aún os quiera, aún os espere. No escribo para contarte un
final feliz, lo hago para contarte la belleza del final real, de la vida real
que transgrede las fronteras de lo imaginable. Y leyéndonos podemos entendernos
más allá del paraíso celuloide que día tras día se proyecta en las mejores
salas. Es atroz y hermosa la manera en que nos damos la mano y tratamos de
salvarnos los unos a los otros varias veces al día. Este rumbo mío, flotando en
un río interminable, me hace ver los olores, en color ámbar y coraliforme
trazo. Es un vals submarino y tú estás ahí girando y girando como
advirtiéndome, como rechazándome, como queriéndome. Salen a mi encuentro arco
iris de luces de neón, y subo sola una vez más a ellos. La paz es infinita en
el hogar que guardo en mi pecho. Mi inconquistable y libre resquicio que,
perdonen que me repita, se lanza una y otra vez al amor esperando flores.
Foto de Sara Baquero Leyva http://sarabaqueroleyva.wixsite.com/foto-grafias/toscana-y-liguria
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