Vivo en un patio en el que por techo
solo tengo cielos, un cielo tras otro. Siempre hay uno, por
suerte. Vivo en un patio con una vega de
girasoles por puerta. Y descanso bajo un olivo
tricentenario. ¿Sabes lo que he
observado de mi olivo? Que si le hacen una
herida, mana espeso aceite. Así puedo estar
tranquilo, en su desangramiento a
cámara lenta sé que siempre
cicatrizará antes de vaciarse.
Me preocupan esas
cosas, ¿sabes? Y creo que la culpa es de
mi mano. Un día me leyeron la
palma de la mano y me advirtieron con asombro que la línea de la vida
se interrumpía en mil pedazos. Desde entonces me
angustia la duración de todo. Una línea de la mano
rota sujetando una vida de cientos de comienzos
y otros cientos de finales. Por otro lado, podemos
aprender que el tiempo no existe, o que no lo entendemos, porque... ¡por ejemplo! ¿Sabes que teóricamente
podrían existir los viajes en el tiempo? Hay agujeros negros en
el espacio que se unen formando un túnel. Si lograras atravesar uno, viajarías en el tiempo.
Perdona, empiezo a
divagar. Es que me pone nervioso
tenerte tan cerca. Me gusta cómo te ríes
cuando besas. Es algo incontenible.
Foto de Sara Baquero Leyva
http://sarabaqueroleyva.wixsite.com/foto-grafias
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