30.3.16

A la gente que dibujas, le salen colores de la cabeza y eso... mola todo.

Soy una idea abandonada.
No de cualquier manera,
con mimo,
entre mantas
y al pie de un orfanato por si allí me salvaran,
pero una idea abandonada al fin y al cabo.

Se podía
(eso decías)
aborrecer los arco iris sin odiarte a ti mismo,
beber el vaho que se escapaba de tu boca en invierno
y retenerlo en el estómago tras tu ausencia.
Todo se podía, decías, incluso sin ti.
¿Qué pasaría si liberáramos a las pasiones de nuestras ansiedades?
¿si las liberamos de sus nudos y las dejáramos libres, indómitas?
¿Acaso crees que nos destruirían?
¿A qué más podemos atrevernos?

Una fachada de aluminio bajo el sol del medio día.
Así es mi desesperación,
así saben las palabras no dichas,
las palabras agarradas con fuerza en el cuello a punto de estallar
y finalmente tragadas sin ácido capaz de digerirlas.

No debería dejar que esto prosiga. No debo no, no debo. Se acabó. Me lo plantearé así...o así... o tal vez... Si, por ahí parece que pone "salida". O tal vez es allí... Si si, seguro que por ahí es... Me indica aquel conejo blanco con una levita roja. Entendido Mr. Carrol, no hay salida, cierto, ya lo dejo estar. Qué más da... si al final el caso sólo es que te quiero, siempre el final es ese, y el inicio, y bla bla bla no importa porque lo único que concluyo cierto siempre es que te quiero. Un loco con sombrero me sirve té. No me preguntes más cosas oruga gigante, ni idea tienes de esto que nada tiene que ver con tus formas de humo deshaciéndose una tras otra. Sólido y real, no lo entenderías. Pensamos en la muerte colocando ramitos de violetas secas en ruego de una perpetuidad y he aquí el inicio de todos los imposibles. El leve vuelo de una mosca nos atosiga la mente. Queremos hablar de los derechos, de la superación  el desamor, de cómo un amor sincero se transforma en una gaviota triste, de la filosofía. Vamos tras tus huellas de cristal y queremos hablar del orgullo y la vanidad, del miedo y el autodescubrimiento, de la persistencia de la duda, de la esclavitud y la explotación, de la sumisión al azar al destino, queremos a hablar de dioses y del libre albedrío. Vamos tras tus huellas de cristal porque siempre estabas a un paso de escapar. Me entrego a tu silencio y atesoro tus momentos en mi pecho.

...me hace cosquillas la electricidad de mi cerebro cosquillas cosquillas cosquillas comienzo a moverme mientras se apodera de mi la ilusión de mordisco la de tus gemidos roncos es lo que más echo de menos ahora mismo, escucharte gemir como una canción que viniera del interior mismo de los restos de mi fe y juego juego con esa ilusión, le rezo a lo más salvaje de tu cuerpo que se eleve como una cascada y me cubra me acune lloro antes de dormir evocando ese sonido como si la tierra me llamase a seguirte con la ferviente fiebre del espíritu me comporto como un animalillo perdido que martillea el suelo sin saber a quién quiere preguntar qué, prescindo de mí el tiempo justo de respirar...


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