Soy una idea abandonada.
No de cualquier manera,
con mimo,
entre mantas
y al pie de un orfanato por si
allí me salvaran,
pero una idea abandonada al fin
y al cabo.
Se
podía
(eso
decías)
aborrecer
los arco iris sin odiarte a ti mismo,
beber
el vaho que se escapaba de tu boca en invierno
y
retenerlo en el estómago tras tu ausencia.
Todo
se podía, decías, incluso sin ti.
¿Qué pasaría
si liberáramos a las pasiones de nuestras ansiedades?
¿si
las liberamos de sus nudos y las dejáramos libres, indómitas?
¿Acaso
crees que nos destruirían?
¿A qué
más podemos atrevernos?
Una fachada de aluminio bajo el
sol del medio día.
Así es mi desesperación,
así
saben las palabras no dichas,
las
palabras agarradas con fuerza en el cuello a punto de estallar
y
finalmente tragadas sin ácido capaz de digerirlas.
No
debería dejar que esto prosiga. No debo no, no debo. Se acabó. Me lo plantearé
así...o así... o tal vez... Si, por ahí parece que pone "salida". O
tal vez es allí... Si si, seguro que por ahí es... Me indica aquel conejo
blanco con una levita roja. Entendido Mr. Carrol, no hay salida, cierto, ya lo
dejo estar. Qué más da... si al final el caso sólo es que te quiero, siempre el
final es ese, y el inicio, y bla bla bla no importa porque lo único que
concluyo cierto siempre es que te quiero. Un loco con sombrero me sirve té. No
me preguntes más cosas oruga gigante, ni idea tienes de esto que nada tiene que
ver con tus formas de humo deshaciéndose una tras otra. Sólido y real, no lo
entenderías. Pensamos en la muerte colocando ramitos de violetas secas en ruego
de una perpetuidad y he aquí el inicio de todos los imposibles. El leve vuelo de una mosca nos atosiga la
mente. Queremos hablar de los derechos, de la superación el desamor, de
cómo un amor sincero se transforma en una gaviota triste, de la filosofía. Vamos
tras tus huellas de cristal y queremos hablar del orgullo y la vanidad, del
miedo y el autodescubrimiento, de la persistencia de la duda, de la esclavitud
y la explotación, de la sumisión al azar al destino, queremos a hablar de
dioses y del libre albedrío. Vamos tras tus huellas de cristal porque siempre
estabas a un paso de escapar. Me entrego a tu silencio y atesoro tus
momentos en mi pecho.
...me hace cosquillas la electricidad de mi cerebro
cosquillas cosquillas cosquillas comienzo a moverme mientras se apodera de mi
la ilusión de mordisco la de tus gemidos roncos es lo que más echo de menos
ahora mismo, escucharte gemir como una canción que viniera del interior mismo de
los restos de mi fe y juego juego con esa ilusión, le rezo a lo más salvaje de
tu cuerpo que se eleve como una cascada y me cubra me acune lloro antes de
dormir evocando ese sonido como si la tierra me llamase a seguirte con la
ferviente fiebre del espíritu me comporto como un animalillo perdido que
martillea el suelo sin saber a quién quiere preguntar qué, prescindo de mí el
tiempo justo de respirar...
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