Abrir los sentidos y
los instintos,
abrir la cama,
abrir la piel,
abrir la boca
el cuello
las manos
y sin aviso,
con toda la imprudencia del mundo,
derramar sin juicio la copa en
la mesa para mirar
en silencio
a los sentimientos empapando la madera.
Saberlo
entonces y sonreír,
en silencio,
sólo sonreír.
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