30.3.13

Cuanto queráis.

Llenad la realidad con resacas de sirenas de alarma.
Haced calles repletas de luces de neón
que sólo sepan parpadear
y llenarse de mugre y sangre
con nuestras decepciones y miserias.
Poned un cartel que diga:
"no hay vino, ciudadanos, sólo cebollas".
Atacad la vida ajena
con vuestro epitafio a la libertad.
Mientras él, entre aplausos,
con sus tacones y bucles pelirrojos,
quema vuestras rasgadas vestiduras.

Meted toda la verdad, si es que existe, en un bunker
y que os baste una respiración para encender la mecha.
Que nada se oiga fuera,
bajo tierra demoledor y silencioso
todo se manchará de hielo
con ese brillo suicida de algunos inviernos.
Mientras nosotros con las orejas rojas
y el moquillo colgando,
nos miraremos al espejo,
le repetiremos a nuestras ojeras que lo prometimos,
dijimos que siempre jugaríamos
transparentes y sin miedo,
que nos empaparíamos de cada lluvia del planeta,
que nos salvaríamos a colores.
Siempre tan transparentes como niños,
gamberros, alegres y tiernos.
Queriéndonos como cachorros de la misma camada.
Así que disparad cuanto queráis,
hay una risa en el mundo que nunca podréis apagar. 


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