Una bombilla colgando
precaria
de un cable nos iluminaba.
Sentados abrazados como niños asustados,
todos los juguetes rotos,
sin fuertes de vaqueros e indios.
Yo prefería ser indio y hacer las batallas
de plumas y pecho descubierto.
Pintémonos rayas en la cara
que nos hagan semidioses valientes.
Hagamos girar la bombilla sobre nuestras cabezas,
creamos así que nos rodea la luz
pese a ser sólo un chispazo
que de milagro nos bendice de lejos nuestra tiniebla.
Sólo nos iluminaba una bombilla
colgando precaria del techo
y aun así nos daba miedo
y nos arrinconábamos en una esquina.
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