30.3.13

La carta.

No llegó a tiempo la carta,
no llegó a tiempo de salvarte,
de salvar tu voz tallada en luna,
no llegó a tiempo.
Tal vez la culpable fue sólo
la naturaleza más rápida de la mano cruel y traidora,
la ciega en su estupidez y fanatismo.

Subiendo está la fruta tibia,
recién recogida de sus cunas de sol y salvia,
por el camino de caña de india.
Un caballo se desboca
entre olivos y cipreses.
Una gitana echa una tabla de madera en el suelo
y taconea rabiosa en el mirador de San Nicolás
mientras atardece sobre la aceituna de su piel
y el ocre de la piel de la Alhambra.

Qué añoranza de tu sur has de tener,
que amarga pena este robo entre fusiles y noche.
Mientras tu rastro se perdía,
la luna volvía al cielo contigo de la mano,
como hizo en tus versos con el niño de la fragua.

No llegó a tiempo la carta,
no llegó a tiempo de salvarte.
Las musas que susurran a los destinos
te amaban tan celosamente que te llevaron.
No llegó a tiempo la carta. 



No hay comentarios:

Publicar un comentario