he abierto las alas más grandes
que he encontrado:
te he dicho al oído mis verdades; tú dormido.
Y es complicado salir
de una vida
sin hacer el más mínimo
ruido."
Estelle Talavera Baudet
Llorar tu ausencia es dejarse enterrar bajo ruinas
a esperar que el óxido haga bien su trabajo.
Ya no sé en qué idioma más
callarme los besos que existen por y para tus lunares.
El insomnio de la soledad es tan frío y terrible,
se te hiela la sangre resquebrajándote las venas.
Erosiono a golpe de surrealismo mi vida,
tomo decisiones cada vez más extrañas
creyendo que con ellas desgasto, hasta el olvido, tu recuerdo.
Hasta que no sangré no me di cuenta
que tanto tropiezo sólo ha servido
para clavarte tanto en mi pecho
que tengo una lanza de condena atravesada.
Lo más raro es esta facilidad para el autoengaño,
la fuerza con la que me aferro al "si" de una margarita
que nada sabe de ti o de mi.
Que coja hasta con los dientes cualquier atisbo de reciprocidad.
Mírame, caminando con la estocada de la realidad,
tambaleándome en el desenlace
con toda la culpa sobre mis hombros.
Fui yo quién olvidó pisar de vez en cuando el suelo,
quien renunció a lucharte al verse las manos tan vacías.
Sólo me atreví a esperarte
y en la espera destrocé cualquier posibilidad de encontrarte.
Me basté yo misma para arruinarlo todo
y aún así me atrevo a pedirte
que vuelvas a mirarme sonriendo
y recreando así ese único mundo
en el que hasta una despedida puede saber dulce.
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