30.3.13

Café bajo cero.

Bajo cero la ciudad.
Bajo cero esa señal de stop.
Bajo cero las bufandas
y aquel balón que rueda por el parque.
Bajo cero el semáforo en verde,
bajo cero una lágrima tardía.
Bajo cero la risa del invierno
y el hipo de nuestra suerte.
Bajo cero el vaho de los resoplidos
de edificios amaneciendo.
Yo también bajo cero,
hasta que me vuelas la mente
y me derrites en amapolas rojas.
Ese café que te calienta la boca
y te recorre la garganta cada mañana,
es el más afortunado del mundo.
Si me preguntan, no dudo,
yo me pido ser tus desayunos.


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