30.3.13

Micronoides.

Dejó de ser un oso así, un día sin aviso, bajo un zumbido constante. Árboles vendidos ya antes de ser talados, ya antes de germinar. Siempre hay una mariposa blanca entre la lavanda y es libre. Huye del asfalto con mis deseos creciendo en sus alas. Días de querer  ligarte al mundo, besarle y a solas (con ternura) decirle que tranquilo, que vamos a hacer lo imposible por lograr un lugar del que las mariposas no se quieran catapultar.



En la agreste altura de la montaña enredarte en la carrera de una manada de caballos libres. Respirar el viento que bate en ese momento sus crines. La tierra llora toda la ternura de sus entrañas alimentando una yegua a su potro, patas temblorosas sosteniendo el lunar de su rostro. Venir al mundo a bebernos la pureza de su salvaje belleza. 



Así sin aviso, un gesto atravesándote rompiéndote en agua los ojos derramando saciada sed de ternura. Que ni estabas respirando porque te costaba creerlo o te daba miedo que un parpadeo y ya no fuera cierto que algo así te estaba pasando. A ti, sí, te está pasando, sigue respirando y no te olvides nunca de este momento.



Era yo misma la aterrada y lo que me aterraba. Si me ves haciendo tonterías sólo es mi forma de volverme lo bastante loca para saltarme mis miedos. Soy un desastre, perdona, no sé hacerlo de otra forma. Cuando algo es muy real la resaca de sentimientos se hace imperdonable. 




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