30.3.13

Pronto, una sonrisa libre.

Con qué valor negar
que rodar por los inviernos de este mundo
no
es
igual
si se hace al abrigo de otro cuerpo.

Hay razones que nunca convencen
por mucho que sean
las más sensatas
que hayamos
odiado
en nuestra vida.

Decirte adiós
quizás no fue su decisión más inmaculada de certezas
ni el convencimiento cesó los titubeos de la voz
ni abandonó la garganta la duda de los "peros".
Qué lejos
(tantas veces)
lo que se debe
y lo que se querría deber.
Era la mujer de su vida
y la estábamos perdiendo
por un golpe de raciocinio inmutable.

Cuántas veces las circunstancias nos disponen
ser ángeles en un teatro del absurdo
llorando vértigos
reclamando a los sentimientos el abrir de puertas.

¿Cómo no va a asustar
que a alguien le baste una llamada
para detonarte los "te quiero" de la garganta?
¿Cuántas veces ponerlos en "mute"
para dejarnos sólo a nosotros mismos estas guerras?
Recordar que un día te enamoraste
y que el tiempo logre
que saberlo te despierte una sonrisa libre
libre de lágrimas, de besos al viento amargos,
una sonrisa libre y viva,
una sonrisa al tiempo

sólo con saber que un día te enamoraste. 

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