Dejar que me desarmes.
Dejar que la vida nos dé una oportunidad.
Dejar que el corazón se desangre
para limpiar la herida de esperanzas.
Agarrarse de las manos y girar
hasta llegar al fondo de la tierra,
al límite mismo del universo.
Girar sin soltarnos,
que de eso ya tuvimos mucho pasado.
Mirarnos de nuevo,
mirarnos de cero.
Rehacernos, reinventarnos,
reinventar el mundo,
reinventar los lloros y la risa,
tenernos sed,
no saciarnos nunca.
Nunca demasiado cerca,
nunca demasiado tú,
nunca demasiado lejos.
Nunca pertenecernos,
nunca dejar de querernos.
Dejar que saudade sea más que una sensación.
Esa piedra llora ríos vivos por dentro
porque la acariciaste y la volviste a soltar en el camino.
Esa piedra que quería hacer equilibrio en tus bolsillos.
Yo me declaro funambulista entre tus desvaríos,
jugándome la suerte por un guiño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario