Hay una ladrona de corazones en la buhardilla,
fantasma triste persiguiendo en la penumbra
la víscera que le robaron en vida.
Un minotauro por condena de su estado,
devora a cualquiera que se acerque a él
y llora amargamente su soledad eterna.
Los duendecillos de los ardores
chisporrotean en la lumbre
lanzando incendios a las almas tranquilas,
encendiéndoles la incurable fiebre del amor.
Y tú, ¿podrías querer a alguien
con tantos demonios en su cabeza?
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