30.3.13

Entendido Mr. Carrol, ya lo dejo estar.

Como el prisionero marca en la pared los días de condena, dibujo yo en mi piel un arañazo de tiza cada noche que te sueño. Cadena perpetua de Morfeo-mórfico pasar de los días que se desperezan burlando mis osadías nocturnas, que me dejan en esta borrachera de silencios. De un trago todos, los tuyos y los míos. Siempre los míos más amargos, así saben las palabras no dichas, las palabras agarradas con fuerza en el cuello a punto de estallar y finalmente tragadas sin ácido capaz de digerirlas. No debería dejar que esto prosiga. No debería beberme con los ojos cada uno de tus gestos hipnotizada como si fueran el último vaso de agua del desierto. No debería tantas cosas... No debo no, no debo. Se acabó. Me lo plantearé así...o así... o tal vez... Si, por ahí parece que pone "salida". O tal vez es allí... Si si, seguro que por ahí es, o por allá, o mira... un conejito blanco y un gato extraño de sonrisa flotante. Entendido Mr. Carrol, no hay salida, cierto, ya lo dejo estar. Qué más da... si al final el caso sólo es que te quiero, siempre el final es ese, y el inicio, y bla bla bla no importa porque lo único que concluyo cierto siempre es que te quiero. Un loco con sombrero me sirve té. No me preguntes más cosas oruga gigante, ni idea tienes de ésto que nada tiene que ver con tus formas de humo que se deshacen una tras otra. Sólido y real, no lo entenderías. Por más que se inunde la habitación el pomo no me va a dejar salir y Lewis Carrol seguirá burlándose de mí. Y lo peor es que al final el caso sólo será que te quiero. 

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