No me culpen malditos,
ustedes no saben ni querrían saber.
Si sólo van a sacudirse las manos tras el juicio redentor,
perdonen que ni me moleste en declarar,
en contratar una defensa
o alzar mi voz ante su tribunal.
No se atrevan, malditos.
Si pasan sin mirarme,
no se atrevan luego a analizarme
cuando saque deliberadamente los pies
de sus fronteras mentales.
No se atrevan a enjaularme.
Yo sólo quiero que nos broten flores
y entre rejas se morirían de pena
así que excusenme si no asisto
a la gala de presentación.
No crean que aquí escondo
ni desdén ni desprecio.
Yo sólo ansío que me quieran libre.
Si no se atreven a eso...
entonces conmigo mejor que no se atrevan a nada.
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