30.3.13

Reloj de arena / Inmortalidad.

¿Qué clase de justicia esperas de una vida
en la que ya naces condenado
al paso del tiempo?

La inmortalidad no existe.
Puede beberse en jarras frías
descorchando sueños que envejecían
en barriles de madera podrida.
Puede intuirse en la mirada de quien ha hecho de sus logros
algo tan vivido y amado que forma parte de su piel.

¿Por qué esperar que algo invisible nos agasaje
con el cumplimiento de nuestros anhelos
al final de tal o cual camino
si lo único que espera tras los caminos
es el óxido del tiempo?

Una vida malgastada en esperar,
en sentarse a mirar el tiempo
en la pocilga de la resignación,
no tendrá tu propio perdón
(el que te ha de importar).

La huída en busca de la libertad,
no es huída si busca en el salvaje corazón de las cosas.
La verdadera inmortalidad tienen un precio,
de renuncia, a estar muy cuerdo.
La inmortalidad es hacer tuyo el tiempo,
que exista a la par de tu existencia,
que no sea un tren al que engancharte.
Es vivir varias vidas en una,
se puede,
o eso dice el hombre de los abrazos gigantes.

No hay otra terrenidad en la que dar ese beso
que espera temeroso su oportunidad dorada.
Y créeme, llorarás cada beso renunciado.
Consiéntete exprimirte y derramarte,
déjate ser fluir de rumbos
y que nadie te haga dudar de tu certeza.
Ese es el regalo que nos hace saber
que hay un último grano de arena.

La inmortalidad sólo existe del presente,
en el futuro está muerta
y en el pasado se agrieta de olvidos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario