Tienes las botas rotas.
Me salió su nombre al cenar sopa...
Siempre juego con la pasta de letras
y, joder, me salió su nombre.
Tienes las botas rotas.
Tendrías que ver de qué manera
saca zumo hasta de las nueces
y cómo se enredan
101 recetas de sal y azúcar
entre su piel y las sábanas.
Tienes las botas rotas.
¿Rotas? Están destrozadas a tropiezos.
Huyendo se corre sin mirar y se tropieza.
Dormir con su vaso de agua en la mesilla, eso...
eso sí que es una forma de suerte.
Tengo dentro del ombligo una ventana que ya sabe abrir.
Que seguramente sabía abrir
desde antes de que yo supiera que tenía una ventana en el
ombligo.
La ternura me hizo galaxias la vida.
Pero tienes rotas las botas.
Buscando mi equilibrio a bandazos.
Te juro que no era así,
no pretendía que fuera así.
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