30.3.13

De cebollas y vino.

Aquella mujer de trenzas canas y pecas
que se arropa en un banco de Madrid
tenía una historia que contar, un nombre
y un millón de injusticias a reclamar.


No hay vino, sólo cebollas.
Llenar de farolillos rojos
nuestras decepciones y miserias,
masticando traiciones como piedras.
Y no hay vino suficiente en este país
para hacer que las pasemos por la garganta
sin escupiros cuatro rabias
de ciudadanos hartos
de palmaditas en la espalda que sangran mentiras.

La historia va dejando resacas de sirenas de alarma,
ternuras de colmillo en la garganta...
Y después, que ningún dios nos aplauda mañana
mientras, sin libertades, surcamos las ciudades.


Fondo crudo y frío el de este barranco
donde hoy día habitan los derechos,
a la sombra, para que no los veamos y así...
no los extrañemos.
Tantas leyes inmorales coronando estos años
que esta tierra sabe a mordiscos de cebolla cruda
que hacen llorar y escuecen en la boca.




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