Así me
hablabas
de tu
barrio y el mío
mientras
escuchaba tus pulmones el día que te conocí
-"pues
sí, de allí de toda la vida"-
Y así fue
hasta que
vino todo el peso del tiempo del universo
y se
derramó sobre tus ojos.
Te
marchabas arañando con dolor la vida,
no
lograbas sujetarte el alma.
Nadie
logró retenerla
por más
que tus manos...
Por más
que las nuestras buscaran a qué aferrarse.
Bastó un
segundo para enfrentarnos
al salvaje
y humano rostro de la muerte.
Y con ese
miedo quebrándote
nos
desplomamos sobre el silencio de la asistolia.
Tu hija se
rompió llamándote
y ninguno
de nuestros brazos sabría explicarle porqué.
¿Cuántos
gramos pesa el alma?
Todo lo
que puedan pesar
las luces
que se esconden en un rostro vivo.
Ese calor
que se escapó de tu cuerpo
en un parpadeo
pesaba un
infinito.
Todo lo
que amamos del mundo y de nosotros
ahí, en el
alma, lo llevamos tejido.
Y cuando
ves cómo ocurre cuando nos abandona
no lo
olvidas
no lo
vuelves a dudar.
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