Enterrarnos en esta bendita sed de libertad
que nos hizo hijos raros de un mundo
con los caminos trazados.
Quisiera decirte que viajé hasta NY
desde Denver, cinco asfixiantes días,
en un tren de asientos de madera
"sólo para verte, amigo Sal".
Y sé que, si me miras a los ojos,
me verás haciendo ese camino.
Sabrás que te quiero como siempre
y que recorrer el mundo
no es más que esta loca manera
de moverme al ritmo de un corazón
que se asfixia en sus propios deseos.
En su ansia de latir vibrando,
incluso doliendo.
Temblar de pura locura y energía
hasta explotar como un cohete de luces.
Seamos infinitos.
La huída en busca de la libertad
no es huída si busca en el salvaje corazón de las cosas.
Algún día caminaremos descalzos por la hierba húmeda saludándonos con abrazos, amándonos desde el primer momento y aullaremos fuerte las lágrimas a la luna que ella es de tragárselas y devolvérnoslas lloviéndonos flores.
Bailemos hasta que otoñezca arrancando la voz de nuestro extasiado amado puro imperfectamente prodigioso rincón inconquistable.
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