Quisiera,
cómo y cuánto quisiera,
sentarme contigo en ese hueco.
Mirar las paredes heridas,
gritar
y que el eco nos caiga como lluvia ácida.
Que las lágrimas sirvieran al menos
para arrancar musgo de estas frías paredes y así,
teñidas de verde y mullida esperanza,
sentarme contigo en ese hueco.
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